En la vida actual, tendemos a estar atascados entre lo que consideramos que debemos hacer, como las obligaciones familiares, el trabajo, etc. Y de la misma manera, estamos continuamente cayendo en la trampa del pasado, con su arrepentimiento sobre lo que se ha hecho o no, y el futuro, con sus expectativas inciertas.
Mientras tanto, la vida pasa y se va. Cada día, cada minuto, es irrecuperable e insustituible.
Debemos detenernos y recordar que existimos, reconocernos como merecedores de serenidad y aceptarnos en nuestras formas de ser, que siempre podemos mejorar.
Sin lugar a dudas, la práctica del yoga, la meditación y la relajación profunda es una de las formas de detenerse en nuestras vidas agitadas, dedicarnos un tiempo de calidad, para encontrarse con uno mismo.
Estas prácticas nos permiten cultivar un sentimiento en el aquí y ahora, con los pies enraizados en la madre tierra y la cabeza proyectada hacia las estrellas, el universo, logrando ese magnífico estado de equilibrio cuerpo, mente y espíritu.
Entonces, estas prácticas dejan de ser solo una oportunidad para la realización del bienestar, y también nos permiten ingresar al campo de la prevención, para que la alegría y la salud caractericen nuestro ser, para nosotros mismos y en nuestro relaciones con los demás.